domingo, 24 de agosto de 2014

Ideas y Valores PRSD

MISIÓN 
El objetivo de nuestra acción política es la creación de un orden social, basado en la libertad, la justicia social y el bienestar integral, que haga posible la realización plena del ser humano y que le permita vivir con dignidad, garantizándole a cada ciudadano el mayor ámbito de libertad y dignidad y el ejercicio pleno e irrestricto de todos sus derechos. Liberándolo de situaciones de privación material, cultural y espiritual o discriminación, que le impidan conquistar el objetivo de vivir conforme a su dignidad esencial. Debe garantizarse a toda la ciudadanía la seguridad de alimentación, vestido, vivienda, trabajo, ingresos económicos justos, salud, educación, acceso a la información, igualdad de oportunidades,  recreación y participación en el desarrollo cultural y espiritual.  


VISIÓN
Nuestra Visión es ser un Partido eficiente y transparente que promueva entre los dominicanos el desarrollo de la Nación, que debe ser un proceso integral, que promueva el libre desenvolvimiento de la persona humana y el cumplimiento de sus aspiraciones culturales, materiales y espirituales. Reafirmamos el papel orientador, fomentador y regulador del Estado en el proceso del desarrollo nacional.

Historia del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD)

El partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD) nace hacia marzo del año 2005. Fue fundado por el Lic. Hatuey De Camps Jiménez, tras su renuncia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del cual fue militante por muchos años.

Dicha renuncia se debió a la negativa del Lic. De Camps a aceptar las posturas reeleccionistas de la cúpula del PRD, cuando el entonces presidente Hipólito Mejía (2000-2004) se postulaba para un nuevo período presidencial. La reelección nunca fue aprobada por el liderazgo histórico del PRD, incluyendo a su más notable líder, el Dr. José Francisco Peña Gómez.

Al salir del PRD y fundar el PRSD, el Lic. De Camps se llevó consigo a algunos de los militantes históricos del Partido Revolucionario Dominicano, persiguiendo el ideal de la socialdemocracia, pero manteniéndose opuesto a la reelección presidencial.

Llévense de Hatuey

Por Cosette Alvarez


“Quien se lleva de consejos, muere de viejo”. Eso nos advertían nuestros padres y abuelos y, por supuesto, jamás les hicimos caso. Sin embargo, lo repetimos a nuestros hijos, alumnos y demás educandos que nos pasan por las manos.

Hatuey ha dicho por televisión y en persona a varios de los gestores de la Convergencia que ésta debe ser pactada, que debió ser pactada antes de lanzarla al ruedo. También ha recordado con insistencia que, ni estamos en Chile, ni ninguno de los aspirantes a la candidatura presidencial es Michelle Bachelet.

De manera muy especial, los llamados perredeístas mayoritarios – que lo son – deben tener muy en cuenta que Hatuey es el oráculo, el referente del ejercicio político dominicano. Fue de los primeros, si no el primero mismo, en proponer que se creara un gran frente opositor. Casi todos los gestores de la Convergencia en algún momento consultaron con él, parecían contar con él. Según sus propias palabras, públicas, por eso las repito, dijo lo mismo a todos y a cada uno, a medida que fueron desfilando: hay que pactar primero. Y, que se sepa, no pactaron.

El fracaso de la Convergencia es un lujo que no queremos, ni podemos, ni debemos darnos. Es de vida o muerte que la Convergencia prospere, que se consolide, que se fortalezca. Entonces, sus promotores no perderían nada y ganarían mucho haciendo caso al hombre que supo organizar aquella inmensa cantidad de electores que siguió por años a Peña Gómez. Mientras Peña fue el máximo líder, y todavía mucho después, Hatuey fue el máximo dirigente, el que entendía esa masa ¿irredenta?, no hablemos de lo bien que conocía – y conoce - nuestro mundo, el mundo externo y la relación entre ambos.

En la política criolla, puede haber quienes hayan llegado más lejos que Hatuey; inexplicablemente, hay seres abominables que se han mantenido vigentes en todos los gobiernos, en unos con mayor cuota de poder que en otros, pero nunca fuera. De Hatuey, cada uno es libre de pensar y decir lo que más le acomode. No tengo nada que defenderle, no le debo ni medio favor ni un solo peso. Por eso, sin sentir que estoy respondiendo a ningún compromiso, me doy el lujo de afirmar que de los políticos actualmente en ejercicio, indiscutiblemente, no hay quien le cargue la maleta, quien se le pare al lado, aunque parezca que a otros les ha ido mejor.

Es el que más sabe, sí. Si no es el único, es de los pocos que cree de verdad en lo que cree. Como los jugadores de baloncesto, es el gran armador, sin el cual no hay forma de ganar un juego. Por eso, mis queridos “convergentes”, reconociendo como vital que esto salga a buen puerto, los conmino a llevarse de Hatuey, y a elaborar a la brevedad ese pacto, esos términos de referencia. Ya nos hemos llevado las manos a la cabeza demasiadas veces. Ahora no se puede decir que nadie advirtió.